Koora (del gr. territorio) Linax

" Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara." (Epílogo de -El Hacedor- Jorge Luis Borges)

PáginasInicio

domingo, 20 de marzo de 2022

En las entrañas de Goliat

 EN LAS ENTRAÑAS DE GOLIAT


Maykl Pavlenko preparó todo el arsenal de trabajo en su pequeño baño sin ventanas; era el espacio más seguro en caso de explosión.  Desde allí se conecta a través del smartphone, con medios de comunicación de otros países; para contar la situación de guerra en la que están viviendo. Su novia, Bereginia y él, cuando oyen el toque de sirena, corren hacia el refugio del bloque de viviendas. Pueden bajar y subir varias veces al día y pasar allí toda la noche. 


El sótano neanderthalensis como lo llamaba Alexey Kovalenko, un anciano profesor de historia, que junto a su esposa Oleksandra, decidieron quedarse junto a su hogar repleto de libros y recuerdos. Aquella cueva urbana nervada de tuberías y muros de hormigón, acogía a los pocos vecinos que permanecían en su estructura secreta. Los unía la osadía de no engordar a la bestia en su banalidad del mal. La resistencia era su estrategia aliada del tiempo.


Raisa Jodorowsky se entretenía barajando unas cartas del tarot y haciendo breves tiradas en un mantelito de bordado floral. Más que un juego era un desbloqueo mental y una forma de organizar hechos en la ceguedad del mundo; decía ella. 


— ¿Qué le cuentan esas cuatro estampas? Le preguntó Vassily Ivankiv, a la vez que hacía malabarismos repetitivos con un mechero entre sus dedos. Costumbre que sigue practicando como entrenamiento para manejar un arma de forma rápida. Dejó su trabajo de mercenario, bien pagado, contra el Daesh en Siria a raíz de la muerte de la mayoría de sus compañeros.


— De izquierda a derecha: el loco, el mago, la fuerza y el mundo. Le contestó la adivina, mirándole de reojo. —Mueva de esas cuatro, dos pares y usted interprete—


El ex mercenario seleccionó por un lado el loco y el mundo y por otro el mago y la fuerza. Su rostro duro y sesentero miraba sorprendido la reflexión de sus propios pensamientos.


Daryna y sus dos hijos se acurrucaban junto a ella en la colchoneta del catre que bajaron hace unos días para pasar la noche.Tienen preparadas tres mochilas y una maleta para decidirse a huir si las cosas empeoran. En la pared hay dibujos infantiles que cuelga su hija Anichka. 


— Olek, deja de moverte, cariño y trata de descansar. Le suplica su madre, cogiéndole su mano entre las suyas. 


— ¿Mamá volveré a ver a mi amigo Dimitri? Íbamos a jugar un partido en el polideportivo.


— Nos pondremos en contacto con su mamá para que no se olvide y podáis jugarlo cuando pase todo este lío. Tú mantente en forma con los ejercicios que te dijo el profe de educación física. 


Vassily y la pareja de jóvenes salían en las horas permitidas a comprar a las pocas tiendas que aún permanecían abiertas. Iban en fila, los tres y procurando ir por el lado de la sombra; una advertencia hecha por Vassily.


— En la luz eres objetivo seguro, si o si. Y pegaditos a la pared, que la bestia devora todo lo que se encuentra a tiro. 


Maykl sabía que el mapa no es el territorio, así que todas las noches escribía a la luz de la linterna del móvil; la relación de medios internacionales con los que se comunicaría al día siguiente para contarles su crónica de guerra. Estudió Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales; hacía ya seis años que se trasladó desde su ciudad en el sur por caer en zona de conflicto. En la universidad conoció a Bereginia, ella y su familia eran de Kyiv. La cobertura la gestionaban los dos desde la red Telegram, era la más segura. 


La noche soterrada los unía de sueños comunes, al menos alejando soledades en la sombra del mundo.


El Coloso. Francisco de Goya. 1808-1812. Óleo sobre lienzo. Madrid, Museo del Prado


jueves, 13 de mayo de 2021

Éxodo de hormigas

 Eran los años sesenta cuando los abuelos emigraron del pueblo a la ciudad ajena. Desde el final de la guerra se dedicaron a cultivar huertas y a vender lo que producían en la ruda labor de los días. La última se llamaba Villa María, a orillas del río Guadajoz ,—un afluente del Guadalquivir—. Cuenta mi madre que allí vivió desde jovencita pero nunca volvería, a pesar de que hoy sería una postal de turismo rural. Ella y su hermano —el tío Juan— han estado marcados por las desavenencias de sus padres; el abuelo intentó suicidarse varias veces por la desesperación de la relación con su mujer. La abuela era una madre y esposa siempre ausente. Desaparecía días enteros, porque se iba a la casa que tenían en el pueblo cercano, para levantarse temprano y  vender la fruta y verdura en el puesto del mercado; esa era su excusa. En estos tiempos serían un matrimonio separado casi desde el minuto uno. La afectividad familiar se suplió con la tía Carmen —hermana soltera del abuelo—. La «chacha Carmen» como la llamábamos los sobrinos nietos. Ella era como un personaje salido de la película Viridiana, con un altarcito de la Inmaculada Concepción en su dormitorio. Era el alma espiritual de la familia. Se sabía la biblia de pe a pa. Las noches que dormíamos con ella, nos relataba historias, sobre todo, del Antiguo Testamento.


—Chacha cuenta otra vez la historia de Sansón— le decía Paco, mi hermano, con los ojos muy abiertos. Nos gustaba imaginar a alguien con la melena larga y que una tal Dalila «peluquera bíblica» tuviera tanto poder con las tijeras.

Las noches de más morbosidad contaba aquella historia de las dos mujeres peleando por el niño y el rey Salomón, arreglando el asunto entre ellas, o aquella otra, de  la heroína Judit y el general asirio Holofernes.

Su recurso para los acontecimientos de nuestras vidas era la biblia. Cuentos tradicionales los justos. Recuerdo que con el libro del Éxodo lo hizo de una forma original para explicarnos nuestra salida, recorrido y llegada al nuevo hogar.  

Toda aquella cultura judeocristiana de la tía Carmen, pasado el tiempo, me fue útil para identificar parte de la iconografía en la historia del arte. Ella era el calor y el corazón de toda nuestra genealogía viviente. 


Los abuelos compraron tres pisos en un bloque de viviendas del barrio nuevo, por la zona oriental de la ciudad.Todos los vecinos, venían de diferentes puntos cardinales de la provincia, con similares esperanzas en la búsqueda de un futuro mejor. Nuestra calle desembocaba en el cementerio y la mayoría de los entierros pasaban por nuestra puerta. La muerte estuvo tan presente en mi infancia que ella creó múltiples interrogantes, en la imaginación de una niña, siempre con miedos a la oscuridad. En las tardes de verano después de la merendilla, de pan con chocolate, jugábamos a la comba, la tanga o la goma; y cuando apuntaba el sol tocaba sacar las sillas, cada uno la suya sentados entre la pared del edificio y la acera. En aquella tribu de sillería se contaban leyendas o historias que no sabíamos si eran inventadas o escritas. 


Las tardes de sol apacible jugábamos en un solar, mitad campo por construir. Allí aún crecía la hierba, permanecía algún árbol solitario y de vez en cuando aparecía un pastor, con su pequeño rebaño de cabras. Presencié por primera vez el nacimiento de una criatura; un cabrito espantado al caer a tierra desde su universo maternal. Todos los niños estábamos alrededor de la escena cabril, asombrados de algo nunca visto. También pasábamos ratos siguiendo el espectáculo de las hormigas enfiladas hacia su castillo cónico, otro de los interrogantes por descubrir.


—¿Por qué con el frío no salen? ¿Son las mismas del año pasado? ¿Pueden sentir que nosotros estamos a su lado? —Me hacía preguntas sobre esos seres liliputienses que no dejaban de ser un misterio, incluso ahora.


Todos estos recuerdos removieron vivencias, cuando mi madre, dos años antes de morir, hablaba más del pasado que de su presente. Durante días empezó a reiterar con angustia, sus dudas sobre la vida y la muerte. Todo ello me creaba una impotencia de abandono por querer calmarla. Fue cuando recurrí al enigma de las hormigas.


—Mamá debes estar tranquila. ¿Recuerdas aquellas hormigas que iban a recoger miguitas de pan cerca del chinero, allá en Villa María? Tú las veías y ellas a ti no. Pues igual nos sucede a nosotros con el más allá; estamos cerca pero limitados para entenderlo. Somos en definitiva seres pequeños en un intento terrestre hacia lo divino. Convertiré nuestra soledad en almohada bajo tu cabeza y te acompañaré en el descanso de los días y en ese silencio no habrá descomposición para la ternura. Estoy segura que en ese lugar nos iremos encontrando todos. Cuando llegue oirás un susurro como aquella brisa solitaria entre los manzanos y los almendros. Dejaremos esta honda pena que nos aflige, sobre aquel río salado que todo se lleva.


Madre, estoy aquí deshaciendo el tramo del umbral junto a la puerta.





lunes, 25 de mayo de 2020

La mère

«Hay que atreverse; casi todo es cuestión de oportunidades» Nos decía sor Lucía cuando notaba nuestro pánico escénico o alguna timidez manifiesta. Era la mère, así la llamábamos entre nosotras. La mayoría la tuvimos de maestra varios cursos en la EGB. Habían transcurrido pocos años de haber hecho sus votos en la orden francesa del colegio. Fueron las primeras religiosas en no llevar hábito y ella -la verdad- no parecía una monja por su parecido a Laurent Bacall; derecha como una vela, el pelo castaño claro con algunos mechones dorados y raya al lado; las gafas de cristal al aire la asemejaban a una intelectual americana; conjugaba un personaje perfecto de películas en blanco y negro.

La mère tenía una pedagogía algo especial que le agradezco con el paso del tiempo. «El credo y la espada» llamaba a una especie de juego para acabar con la bicha o enemiga de nuestros adentros –decía-. Dibujaba una tabla en la pizarra con tres columnas tituladas: bicha, espada, nombre. Este ejercicio “espiritual” lo hacíamos todos los viernes antes de finalizar la clase. Las bichas más fértiles eran: quejosa, indecisa, liosa, irresponsable, miedica, criticona, llorona… En la columna de la espada escribíamos la antagonista y en el nombre, cualquier personaje que nos inventáramos. 

Un sábado de primavera nos apuntamos un grupo de compañeras a una actividad cultural que propuso la mére a la Catedral y al museo de Bellas Artes. Caminábamos en fila de dos en orden distendido por una de las calles sinuosas cuando al pasar por una casa palacio nos paramos en seco.

— ¡Niñas, esconderos en ese portal y en silencio! dijo la mère con determinación.

Adivinó las malas intenciones de un hombre que se acercaba de frente hacia nosotras, me asomé por la rendija del portón entre bisagra y bisagra; el tipo parecía un malo de película con una navaja en la mano derecha. Empezaron a conversar pero no lograba escuchar lo que decían; sobre todo ella era la que más hablaba, gesticulando a la vez con las manos y el rostro impasible. Pasaron como diez minutos y todo el episodio acabó con una frase inesperada.

 — ¡Hasta luego guapa!— dijo el fulano guardando la blanca en el bolsillo del pantalón.

—Salgan niñas,  caminemos hacia el museo— Nos animó con unas palmaditas y una sonrisa.

Ninguna de nosotras se atrevió a preguntar nada y quedó en secreto la épica de nuestra maestra. En la sala de mitología clásica hubo miradas cómplices al contemplar el cuadro de la «Diana Cazadora»

Suelo repetir el itinerario de la catedral al museo cada vez que me encuentro confusa o necesito energía para salvar obstáculos o sentirme en una emboscada.




domingo, 17 de mayo de 2020

Lanífica

Yo, Lanífica, sentencio este hilo
desbaratado del huso.
Busca tu eco, por montañas y valles.
Abre el Arno, las aguas ligures.
Teje las redes de naves fervientes,
hasta las costas de Hispania.

¡Mercaderes! levantad nubes de polvo,
caminad hasta el campamento.
Llevadle este hilo refugio
de amor y de espera.

Temo que la conquista del trigo,
esté labrando una estela,
con letras de frío y sombra
en su espada y en mi hoguera.

¡Mercaderes! levantad nubes de polvo,
caminad hasta el campamento.
Llevadle este hilo refugio
de amor y de espera.



miércoles, 22 de agosto de 2018

Emergida

Soy un fósil que emergió del ancestro Tetis.
Busco su memoria cuando el sol alumbra más tiempo .
En épocas hercinianas el agua era mi medio. 
Los movimientos terrestres
me columpiaron hasta las alturas
y el mar quedó allá abajo
pero siempre en el estío
nos sumergimos en un abrazo.

viernes, 3 de agosto de 2018

Agosto

Todo es cuestión de grados. Hoy 43ºC. y mañana 45ºC. pero la semana que viene irán bajando. Este año tenemos un verano poco tórrido comparado con otros. Da gusto ir al cine de verano viendo una buena película, oliendo a jazmín y dama de noche. Esta pareja de guiris se dirigen a un rincón fresquito de los que se esconden por el Casco Antiguo. También las fuentes reparten agua  en pared blanqueada.


lunes, 4 de junio de 2018

Otra forma de viajar (I)

El Archipiélago de Las Espóradas. Necesidad de acuarelar con la lectura del libro de Mil Viajes a Ítaca de Ana Capsir.