Koora (del gr. territorio) Linax

" Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara." (Epílogo de -El Hacedor- Jorge Luis Borges)

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sábado, 5 de noviembre de 2016

Mano mortal

Macu miraba el holograma de colores que proyectaba la vidriera de la ventana, mientras Gustavo tomaba el bolígrafo y el bitácora de ella —era su psicólogo desde hacía un tiempo—. Le daba mucho valor a la conversación y la escritura para el diagnóstico. Aplicaba una metodología entre junguiana y cognitiva racional.

— ¿Te sientes cómoda? —le preguntó, arrastrando un pequeño sillón junto a ella.

—Sí, bastante. Tu consulta me recuerda a una pequeña capilla gótica suspendida en el aire —inspiró profundamente estirando el cuerpo, en el balancín verde agua.

Más que una relación médico, paciente, era de amistad. Gustavo conocía a su familia desde que iba al colegio con su hermano Paco; era unos diez años mayor que ella. Ahora era una joven de veintiséis años con alguna rareza algo particular, como el patio de su casa.

Fue con siete años cuando Paco le dijo: esas rayas en la palma de tu mano, significan ¡MUERTE! y ¡MORTAL! Una explicación drástica para hacerle comprender,el fallecimiento de la abuela Rosario. Aquello le impactó de tal manera que constantemente se miraba las dos emes rotundas, incisas y determinantes. Cavilaba la manera de no tener tan presente esa letra como una calcomanía imborrable. Le daba miedo desaparecer para siempre en la oscuridad. Ocurría con todos los que morían.Pensaba…

—En todo este tiempo de terapia, al menos has conseguido dormir sin pesadillas. —le comentaba Gustavo con voz tranquilizadora.

—Pero dime ¿qué pasa con la “rareza” de los guantes? —la miró enarcando la ceja de una forma simpática.

—Es un juego guantero con la muerte. Siento fuerza cuando enfundo las palmas, sin importar que los dedos estén libres. Los mitones rojos o negros son más efectivos que el resto —le respondía alzando los brazos en ángulo agudo al cuerpo, con sus extremidades radiales frente a la luz—.

Entre sus parientes siempre había sido la “rarita”, pero como ella decía: siempre hay alguien con el paso cambiado en cualquier familia…

—Ya te dije que rareza es sinónimo de extravagante, andar errante fuera de los límites, persona extraña u original. —Añadió él para reconducir el discurso de la conversación, hacia lugares racionales en el mundo que ella pisaba— Tu elemento extraño y poco común lo puedes convertir en un recurso que aleje la oscuridad temerosa.

Macu escuchaba todo aquello dibujando y escribiendo en su cuaderno de urban sketchers. Siempre llevaba el estuche de acuarelas a todas partes. Escribía y pintaba a la vez, en cualquier espacio o geografía, esperaba paciente a que hubiera luz suficiente para abrir la noche. A este material no le faltaban sus mitones al uso. Eran sus armas, una forma de ser testigo de un mundo que le costaba entender y, ella lo ordenaba a su manera.   


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