Koora (del gr. territorio) Linax

" Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara." (Epílogo de -El Hacedor- Jorge Luis Borges)

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domingo, 12 de noviembre de 2017

Consuelo

Cualquier historia necesitaba ser efectiva y convincente, e introducir razones de peso por las que no conocía a ninguno de los asistentes antes del funeral.  Un amigo del difunto fue el que me facilitó algunos datos de su vida. Crear un ambiente doliente iba con mi carácter, era una llorona por naturaleza. Aunque pienso que el nombre también imprime lo suyo, llamándote Consuelo Pozuelo durante cuarenta y dos años tiene veladura melancólica de tango antiguo.
En este sepelio tuve que trabajar a fondo el personaje para no dar lugar a situaciones comprometidas. Gonzo Orueta nació en México y cruzó el Atlántico buscando el pecio del que le hablaba su padre. Aquí en la Bahía pasó los últimos años de su vida.  Su última voluntad la dejó escrita en el cuaderno de bitácora que lo acompañaba siempre en sus travesías como marino mercante.
Como abanderada del doliente y actriz trágica me dispuse llevar el cortejo fúnebre a un consuelo bonito. El altar con trazas de flores de cempasúchil,  tamales y camote. Adornado de papel picado con calaveras y pan de azúcar en forma de hueso. Junto a él tocaba una comparsa de amigos, temas populares como despedida para siempre: Amor eterno de Juan Gabriel, Cuatro cirios de Javier Solís, Le faltaba un clavo a mi cruz de Chelo Silva y finalizando con Negra cruz de Vicente Fernández.
Por el mar que nos une a las dos patrias terminé con un llanto declamado a un marinero en tierra.
Hombres de mar
Hombres de mar,
eterno buscador que nunca encuentra,
en el horizonte azulado del cielo y mar
eternas despedidas, regresar quizás,
partes siempre mirando el horizonte
pero con la mente, en lo que dejas atrás.

La tierra no es más que un momento,
una noche que recordar,
entre el cielo y el mar puedes volar,
eterna oscilación de lo que fue y lo que vendrá.


Hombres de mar,
sin lazos que te aten, pero al mar no dejarás,
hermosa trinidad que da paz; cielo, hombre y mar,
hermosa pero muchas veces sufrida,
porque el hombre es para la tierra
y tú conquistas el mar.


Hombres de mar,
cuando en puerto estrujas la noche
de licores, vino y mujeres,
pero lo tuyo no haz de dejar,
y zarpas con la vista al horizonte
recordando lo que en blanca estela dejarás.


Tu hogar no tiene fronteras
porque tu hogar es el mar,
sangre del espíritu aventurero
que nos tocó llevar.


Hombres de mar,
eterno buscador que nunca encuentra,

en el horizonte azulado de cielo y mar.
-Rafael Alberti-


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